Impresiones Metal: Hellsinger, demonios y metal

Demonios, disparos, esquives, golpes y... mucho Heavy Metal, esa es la carta de presentación de Metal: Hellsinger, un adictivo FPS desarrollado por The Outsiders que hemos podido catar, paladear y disfrutar gracias a la buena gente de Best Vision PR.


La premisa para aquell@s que no hayan podido jugar es simple, nuestra protagonista viajará a lo largo de ocho universos que limpiaremos de hordas de demonios y sus respectivos jefes a base de disparos y ejecuciones. Hasta aquí todo puede sonar bastante parecido a Doom, ¿no?, pero aquí llega el gran añadido y atractivo del título y es que todo va al ritmo de una fantástica banda sonora de Heavy Metal.

Ahí radica el que para nosotros es el gran reclamo de este juego, tenemos que recargar, esquivar, disparar... pero no como estamos acostumbrados, sino todo al ritmo que nos marca la música, ¿y qué pasa si lo hacemos correctamente?, pues que tenemos premio. Iremos subiendo nuestro multiplicador para recibir la pista de voz con la canción que nos acompañaba, ¡y vaya voces! Serj Tankian, Matt Heafy o Mikael Stanne, son algunos de los artistas que podemos disfrutar mientras arrasamos con los demonios.

El diseño que rodea al juego, (lo hemos jugado en Playstation 5), escenarios, armas, enemigos, todo está a un gran nivel de detalle, visual y técnicamente va fenomenal. El juego supone un gran reto, sobre todo al principio, como decimos no se trata de disparar por disparar cuando nos venga en gana, no, tenemos que adaptar todos nuestros movimientos al ritmo que marca la música, este es el detalle que hace diferente a este shooter. Y una vez que cogemos el ritmazo... ¡No hay quién nos pare!

Como hemos comentado, nos lo hemos pasado en grande con este título, si os van los disparos, adrenalina, acción, frenetismo y como no puede ser de otra manera, si os va el Metal, este es vuestro juego sin ninguna duda. Nosotros estamos con tal vicio que seguiremos dando caña en busca de su platino para exprimir al máximo este fresco título que nos tiene atrapados. ¡Larga vida al Heavy Metal!

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